Este libro nos ayudará a ser más amantes de María y spoiler alert: el sentido de «secreto» está en la sencillez, seguridad y eficacia de María como camino de Dios. Es ir a Jesús por medio de María, y de Ella aprender a amar más y más a Dios.
«Todo se reduce, pues, a encontrar un medio sencillo para alcanzar de Dios la gracia necesaria para hacernos santos. Yo te lo quiero enseñar. Y es que, para encontrar la gracia, hay que encontrar a María».
Este libro, a la par que nos enseña a ser devotos de la Virgen, también incluye el «paso a paso» para consagrarse a Jesucristo por medio de Ella.
Este santo sufrió muchas persecuciones, y de igual manera su obra. Sin embargo, como todas las cosas de Dios, «ganó la batalla» y llegó a los corazones devotos de la Virgen que desean instaurar el reino de Jesucristo en la tierra. El santo explica que este camino propuesto es el más «fácil, corto, perfecto y seguro para llegar a la unión con Dios, en la cual consiste la perfección cristiana».
«Por esta devoción entregas a Jesucristo, de la manera más perfecta —puesto que lo entregas por manos de María—, todo cuanto le puedes dar y mucho más que por las demás devociones, por las cuales le entregas solamente parte de tu tiempo, de tus buenas obras, satisfacciones y mortificaciones. Por esta consagración le entregas y consagras todo, hasta el derecho de disponer de tus bienes interiores y satisfacciones que cada día puedes ganar por tus buenas obras, lo cual no se hace ni siquiera en las órdenes o institutos
En la primera parte de este libro, el autor, un amantísimo hijo de su Madre, Santa María, va desglosando el Salve y en cada verso de esta antiquísima oración, va meditando sobre cada uno de estos.
En la segunda parte de la obra, exalta algunas de las virtudes de nuestra Madre, como su humildad, su amor a Dios, su amor al prójimo, su fe, esperanza, castidad, pobreza, obediencia, paciencia y por último, su oración.
«A Vos me dirijo también, oh, dulcísima Señora y Madre mía, María. Vos sabéis que, después de Jesús, en Vos he depositado toda mi esperanza de alcanzar la salud eterna; porque todos mis bienes, mi conversión, mi vocación de dejar el mundo y las demás gracias que he recibido de Dios, reconozco que me han sido concedidas por vuestra intercesión.
Vos sabéis, Señora, que, deseoso de excitar en los demás un amor conforme a vuestros merecimientos, y para daros alguna prueba de agradecimiento por los beneficios que me habéis hecho, he procurado ensalzar vuestro nombre en todo tiempo y lugar, pública y privadamente, insinuando a todos vuestra dulce y saludable devoción». Pone el autor como oración inicial y prólogo.