Memorias del historiador y periodista alemán Joachim Fest (Berlín, 1926-Kronberg, 2006), que fue director del prestigioso diario Frankfurter Allgemeine Zeitung desde 1973 a 1994. Dedicado durante muchos años al estudio de la ideología del nacionalsocialismo, se dio a conocer a partir de su libro "Hitler, una biografía" y alcanzó éxito notable con "El hundimiento", sobre los últimos días del dictador, que ha sido llevada al cine.
El autor muestra una visión equilibrada de la realidad al enjuiciar los hechos históricos sucedidos durante los años de hegemonía de los nazis. A través de la trayectoria de su propia familia deja claras las diferencias entre el régimen de terror establecido por Hitler y las verdaderas aspiraciones de la sociedad alemana. Menciona la actitud valerosa de su padre, que arriesgó la vida frente a los abusos del poder y sirvió de ejemplo a los hijos en su rechazo de la violencia y el crimen. Narra con estilo literario sobrio, pero expresivo, los difíciles episodios y sufrimientos que le afectaron a él mismo al ser llamado a filas con diecisiete años y caer prisionero de los norteamericanos al final de la guerra. Miembro de una familia católica perteneciente a la alta burguesía de Berlín, defiende la primacía de los valores morales y cívicos anulados por el régimen de Hitler, que llevaron al país a una de las más profundas crisis de su historia.
Reseña
Político, diputado en Cortes, historiador y periodista, Carlos Navarro y Rodrigo (Alicante, 1833-Madrid, 1903) reivindicó en su biografía Un cardenal entre el rey y Dios la vida y la obra del Cardenal Francisco Ximénez de Cisneros (Torrelaguna, 1436 - Roa, 1517) aparecida en su primera edición el año 1869.
Frente a los críticos que negaban los méritos del cardenal al servicio de la Corona y le atribuían ansias de poder y excesivo rigor en sus actuaciones religiosas o políticas, el autor defiende sus cualidades de inteligencia y capacidad de mando en las difíciles circunstancias que afectaron a la gobernación de España al morir Isabel la Católica en 1506. Nombrado por la reina su confesor y consejero, Cardenal primado de Toledo y Gran Inquisidor adquirió merecido prestigio al afrontar con firmeza las difíciles tareas que se le encomendaron al servicio de la Corona. Tras el fallecimiento de Isabel se despertaron de nuevo las inquietudes de la nobleza sobre la sucesión al trono, circunstancia agravada por la rivalidad surgida entre el rey viudo, Fernando de Aragón y Felipe I, el marido de su hija Juana. El autor demuestra con datos y documentadas referencias históricas, que el Cardenal sorteó obstáculos y encauzó la crisis derivada del fallecimiento de Felipe I y la incapacidad de doña Juana debido a su evidente locura. Fue, además, un elemento decisivo para lograr que el rey don Fernando asumiera, hasta la mayoría de edad de su nieto Carlos la regencia de Castilla, durante la cual impulsó la expedición militar y conquista de la plaza fuerte de Orán en el norte de África. Promotor del arte e impulsor de la cultura, fundador de la Universidad Cisneriana en Alcalá de Henares, reformador del clero y protector de los indios en las colonias americanas, se mostró siempre comedido en el ejercicio de sus amplios poderes al servicio de España. Rechaza el autor las acusaciones de excesiva dureza al frente del Tribunal de la Inquisición, lo que se confirma al hacer referencia a las disposiciones que dictó para reforzar la seguridad de los procesados y suavizar las penas por los delitos que se les imputaban. Defiende también la prudencia de Cisneros al tratar con los nobles flamencos, dispuestos a intervenir en la política española para favorecer sus intereses en previsión de que fueran reconocidos los derechos de Carlos V, todavía menor de edad. El estilo, cuidado elegante de la exposición de los ambientes y circunstancias de la España del Renacimiento, resulta actualmente un tanto retórico y excesivamente laudatorio, de acuerdo con la visión romántica de la historia propia de finales del siglo XIX. Sin embargo, tampoco faltan aceradas críticas dirigidas a militares, eclesiásticos y nobles que anteponían sus egoísmos y ambiciones personales a los intereses de España, los que siempre impulsaron las acciones del Cardenal aunque le costaran la enemistad y el odio de sus enemigos.
Jacobo Gratij, el Caballero de Gracia, nacido en Italia en 1517, falleció en España en 1619. Nos hallamos ahora, pues, en el entorno del V centenario de su nacimiento y el IV de su muerte.
Como diplomático de la Santa Sede, estuvo en Roma, París, Trento, Venecia, Praga, Colonia... y Madrid. Se relacionó directamente con la batalla de Lepanto, el Concilio tridentino o sendas negociaciones de paz con Francia y Flandes. No solo trató muy de cerca a Urbano VII, entre otros Papas, sino también a Felipe II y a toda la familia real española. Justamente su sintonía con la princesa Juana, madre del rey Sebastián de Portugal, le granjeó el hábito de la Orden de Cristo. De ahí el título, al castellanizar su apellido, de Caballero de Gracia.
Cincuenta años residió en Madrid. Aquí, en pleno Siglo de Oro, propagó cuanto pudo las artes: sobre todo, la música y la literatura. Aquí promovió tres instituciones de atención a desfavorecidos, movido por su honda preocupación social, así como tres fundaciones de religiosos. Y aquí se ordenó sacerdote, legando a la posteridad, hasta hoy, la Asociación Eucarística y el Real Oratorio del Caballero de Gracia.
Frente a la burda leyenda popular que le persigue desde el siglo XIX, los autores narran con brioso estilo esa vida intensa y viajada, tan desconocida e interesante.
José María Sanabria y José Ramón Pérez Aragüena, además de haber escrito "a cuatro manos" la presente obra, ambos coinciden en la publicación anterior e individual de otros varios libros, así como en el desempeño del cargo de Vicerrector del Real Oratorio del Caballero de Gracia: el primero, ya emérito; el segundo, actual.